No podía apartar los ojos de ella. Siempre ha sido sexy, pero esa tarde, después del examen más difícil del semestre, todo en su cuerpo parecía gritar provocación. El uniforme ajustado, la forma en que sus caderas se movían... me tenía completamente hipnotizado. Sabía que me había pillado mirándola, pero no me importaba. Se acercó con una sonrisa que me desarmó, sus ojos brillaban de pura picardía. Sin decir una palabra, me tomó de la mano y me llevó al baño. Apenas cerramos la puerta, la tensión explotó. Sus manos en mi cuerpo, su aliento caliente en mi cuello… todo era tan intenso que por un momento olvidé dónde estábamos. Ella controlaba cada movimiento, sabía exactamente lo que hacía, y yo solo podía rendirme ante el placer de sus curvas mientras el estrés de los exámenes se desvanecía con cada gemido que arrancaba de mis labios.